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APH - Un enorme dragon YA-OI

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MariaKiroi's avatar
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Literature Text

Título</b>: Un enorme dragón
Personaje/s: Martín/Argentina, Manuel/Chile y Miguel/W Falkand ó Gran Malvina
Clasificación: Apto para todo público
Advertencias: Si no te gusta el yaoi y esta pareja, no leas. No quiero críticas de esta pareja sólo porque gustas de otra. Lo hize para la gente que quiere leer, no para molestar.
Disclaimer: Los personajes corresponden a sus respectivos autores y la canción de "Floricienta"

Aclaración</u>: Este fic se basa en la canción. Repite muchas estrofas, asi que lo acorté para no joderlos demasiado. Y lo hize es WORDPAD y es normal que salgan palabras repetidas ó error de ortografía. Espero que les guste el drama y la historia ^^

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"Cuantas promesas se van con el tiempo... Hoy yo me ahogo en un mar de recuerdos, yo construía un castillo de sueños que pronto se derrumbó. Cuando te vi en aquel bosque encantado, un duende me dijo que tú eras mi príncipe azul, y como si fuera por arte de magia llenaste mis días de luz..."

Su memoria golpeaba como un un mustang salvaje en mi recuerdo, como si estuviera encerrado en un corral y quería salir. Y me pierdo en mi memoria... Una vasta llanura verde que se extendía hacia el horizonte, donde se veía el mar en un hilito fino, y una colina donde estabamos de pie los dos mirando la escena. Los flecos de mi vestido azul se agitaban al son de la brisa fresca que jugaba con el clima. Aru-san me sostenía firmemente la mano como si estuvieramos casados, pero éramos más bien como una pareja, y tenía puesto su hermoso traje de granadero. Azul, con detalles rojos y amarillos. "¿Te acordás cuando me trajiste acá? Eras muy chico en ese momento." Asentí. Yo lo traje a este sitio cuando yo era un indígena, un selkam más bien. Mi abuelo Selkam me enseñó el sitio y me dijo "Mi querido nieto, cuando encuentres a alguien que sabes que te ama y tú también, traelo aquí. Es, para mí, el más hermoso acto de los dioses". Era una mañana fresca, pero el sol brillaba como nunca. Estaba con una especie de niño muy pequeño al que yo lo llamaba "duende", por más bien era mi imaginación de niño. Corría, jugando con él. Cuando lo vi: Con una camisa blanca y unos pantalones azules más zapatos negros. Me escondí tras una roca, pero me pareció ver que salían mas chicos de su edad... Que se reunía con él y empezaban a perseguirse y no sé qué más. Pero mi vista estaba concentrada en el rubio de ojos verdes. ¿Quién era él? ¿Cómo se llamaba? ¿Con quien vive? Cuando su mirada se fijó en mí, me sentí extraño y me oculté lo suficiente detrás de la roca. Se acercó lentamente, cuando me extendió la mano. "No tenés de qué asustarte. No soy un extraño. España dice que voy a llegar a ser un país, y tu pareces una islita. Ven conmigo" Dudé un poco. Dije en mi idioma si podía llevar a mis hermanos. Él se quedó mirándome y volvió la vista a sus hermanos. "¡Chile!" Un castaño nos fijó la mirada a ambos."Por favor, ven aquí un momento". Se acercó y se agachó alado del rubio y me saludó. "¿Qué querés?" Fijó su mirada en él. "¿Sabés un poco de idioma Selkam?" Asintió. Yo insistí: "Por favor, contestenme: ¿Puedo llevar a mis hermanos?" Chile escuchó atentamente y miró a Argentina. "Pregunta si puede llevar a sus hermanos" Argentina abrio los ojos "¿Tiene hermanos?" Chile volteó los ojos. "Bueno, en este caso, puede llevar a sus hermanos" Dijo sonriendome. Me sonrojé, porque se veía muy bonito. "Idiota" dijo Chile y dijo la respuesta en mi idioma. Sonreí y salí a la vista. Así, fue como terminé viviendo con Argentina. Volviendo a la realidad, Argentina suspiró. "Dentro de poco, partiré..." Mordí los labios, la sensación de tristeza sacudió mi cuerpo y mis ojos se inundaron de lágrimas. "Gran Malvina, escuchá. No llores..." Puso las manos en mis hombros haciendome mirar, pero no quize mirarlo. Si lo hacía, mis lágrimas se caerían y no quería que me viera así. Él solo pudo ver el perfil de mi cara. "Has visto que siempre regreso después de una partida, ¿No?" Fijé mis ojos en ti y mis lágrimas caían como cántaros. "Pero de todas las partidas que haz hecho, esta es la más larga y la en que te irás más lejos. ¿Cómo sabré que volverás? ¿Y si te cuidan como yo lo hago? No vayas a la guerra, por favor". Aru-san me abrazó. "Pase lo que pase, yo nunca te dejaré. Gracias a ti, soy más fuerte, porque es tu amor y tu fe en mi el que me mantiene fuerte como si ya fuera un país" La sinceridad se marcaba en su tono. Cerré mis ojos, apretandolos fuertemente. "Aru-san, quédate... Tengo miedo de que te hagan mucho daño..." Él me abrazó más fuerte. "Gran Malvina, tendré heridas como muchos... Y como mis soldados, pero escuchame..." Sus manos se posaron nuevamente en forma suave sobre mis hombros, apartandome un poco y haciendo que lo mire, mientras sus ojos se fijaban en mi seriamente y con un pulgar de una de sus manos me secó la lágrima que se asomaba por mi ojo. "Te prometo que no dejaré que nadie ponga las manos en ti, nadie te lastimará y que siempre estaré contigo" Suspiré."Hermano, nunca puedes cumplir tus pro---" Me interrumpió suavemente."Esta sí la cumpliré. Ya verás. Ahora, quiero que te encargues de algo. Quiero que todos los días vengas aquí y recuerdes lo que te dije. ¿Sí?" Sonreí. Y le tomé las manos. "Lo prometo" Se acercó a mi sonriendo y me soltó las manos, tomando mi cara y juntó sus labios con los míos, besandome.
Aru-san, todos los días mientras viajabas por los Andes, iba al mismo lugar todos los días y me acordaba de tu promesa; acompañado por por la pequeña Merceditas o Remedios, la esposa de San Martín, o solo con la soledad. Tu recuerdo vive en mi memoria acordandome de la promesa que me hiciste. Con esa sonrisa de heroe, tus ojos verdes sinceros, el pelo rubio y largo que te hacía ver como un león... Realmente pensaba que ibas a quedarte siempre conmigo, que nadie dejarías que ponga mis manos encima mío, me defenderías como realmente expresaban tus ojos, pero me di cuenta... Mientras pasaban los años y venía el clima militar, que hubo... Una falla en tu promesa...

"Pero todo acabó, ya nada quedó entre los dos... Porque como en un cuento un enorme dragón nos robó el corazón... Por favor, ¿Dónde estás? Tú eres mi otra mitad, siempre te estaré esperando; yo sé que algún día tu regresarás..."

El tiempo pasó, y cambiaste. Te volviste compulsivo cuando aquél militar se transformó en tu superior. Y me asustabas. No eras el mismo, evidentemente. ¿Dónde esté al Argentina del cuál me enamoré? Simplemente, ese tiempo, sentía que un dragón nos robó el corazón... No eras el mismo. Inglaterra tenía razón: Me transformé en tu juguete. Llegabas a la noche, te acercabas sin saludarme, me tomabas de la cadera o de las manos, me recostabas en un sitio plano donde me recostabas y te preguntaba, casi gritando: "¿Qué haces?" pero no decías nada, simplemente me abrías las piernas suavemente pero en forma desesperada, me levantabas la falda y seguía preguntandote lo que hacías. Acercabas tu cintura a la mía y sentía como te adentrabas a mi en forma rápida que me lastimabas, raspandome. El dolor de todos los días y con los mismos gritos se repetían todas las noches. Tu placer sin necesidad no me hacía ningún bien y no me gustaba para nada. "¡Argentina, para ya! ¡Estás lastimandome! ¡BASTA POR FAVOR!" gritaba, pero a ti no te importaba. No eras el mismo... evidentemente. Cuando terminabas, subías la bragueta y te alejabas por mientras. Yo me quedaba en el sitio, tratando de tranquilizarme... Pues mi cuerpo temblaba y mi entrada me dolía por las raspaduras que dejaste. Me levantaba y me acomodaba la ropa como si nada hubiera pasado. Pero el dolor me seguía hasta la mañana siguiente, y por la tarde se tranquilizabas. Pero volvía todas las noches, cuando regresabas con la misma intención. Pero un día, sucedió que cuando lavaba los platos a la noche, llegaste sin decir nada y sin acercarte a la cocina. Fuiste a tu escritorio y te encerraste allí por muchos días. No quería acercarme, porque temía que no querías hablar. Desde ese día, los demás fueron un misterio. "¿Qué pasaba?" pensé después de terminar de limpiar la casa. "Aru-san no habla, y no come. Benjamín-san no viene desde hace meses y días..." Me acerqué de su escritorio y golpeé la puerta suavemente. No escuché decir "Adelante", pero igualmente abrí y entré. "Aru-san, ¿Puedo hacerte unas preguntas?" No quitaste la mirada del papel que tenía en la mano. "Gran Malvina, ¿No ves que estoy ocupado?" Me acerqué a él, puse las manos en sus hombros y empezé a masajear suavemente. "¿Por favor?" Suspiró y se dejó recostar en tu silla. "¿Qué pasa? ¿Qué te sucede? ¿Dónde está Soledad?" Puso su mano sobre la mía. "¿Te.. acuerdas... de Inglaterra? Bien, se llevó a tus hermanos" Quedé en shock y me congelé, dejando de masajear. "Y estoy ocupado buscando refuerzos, le pedí a Estados Unidos pero apoya a ese idiota, y Chile también. Ese maldito... Lo ayudé como hermanos, liberando de los españoles y así me paga ese desgraciado..." Cerré los ojos. "Argentina, ¿Te das cuenta?" Quité mis manos de encima de él mientras me dirigía a la puerta. "Llama a todos como quieras, cuando en realidad tú deberías llamarte así" Al poner mi mano en el picaporte, él se levantó y me gritó: "¿DÓNDE ESTÁ EL RESPETO A TU HERMANO?" A lo cual yo respondí, dando vuelta. "¡Tú no eres mi hermano! ¡A ti no te importa lo que yo siento o me pasa! ¡No eres el Argentina del cual yo me enamoré! Te volviste compulsivo... ¿¡Y crees que no me importa!? ¡NO CUMPLIS TU PROMESA!" Se acercó a mí y me tomó del brazo, haciendome sacudir un poco. "¡Gran Malvina, escúchame! Tuve que declararle la guerra, porque sino te llevará a ti también---" Le quité mi brazo violentamente. "¿Para qué? ¿Para servirte únicamente de juguete? ¡No me importa que me lleve, si es la única forma de alejarme de... ¡Esto que te convertiste!" Abrió los ojos y luego acercó su cara a mi. "Gran Malvina, esto no es lo que tu quieres" Yo lo empujé hacia atrás. "Sí, es lo que quiero" Los gritos se intesificaban y la noche se alargaba más. Hasta que no soporté y dije gritando: "¡No me importa si Inglaterra me lleva! ¡Estará bien por mi! Podré alejarme de ti porque... porque... ¡PORQUE TE ODIO!" Mis lágrimas cayeron violentamente, salí del estudio y fui a mi habitación. Empaqueté mi ropa en valijas y antes de irme, eché un último vistazo, mirando mientras grababa la imagen de la última escena de mi casa. Suspiré y salí.

"Mientras nuestra historia se pierde a lo lejos, no encontraré tu mirada en secreto, y dibujando mi olvido en silencio con el color de un adiós... Yo me inventé todo un cuento de hadas pero al final nos ganó esa bruja tan cruel, lo que soñamos quedó en el olvido, todo tu amor se perdió..."

A pesar de que intentaba olvidarme de Argentina, su memoria me golpeaba la cabeza como un mustang salvaje en mi recuerdo. Su largo cabello se extendía, sus ojos verdes salvajes me miraban y una risa dibujaba su cara. Me llamaba, repitiendo mi nombre. Era una cálida mañana de 14 de junio, pues en Inglaterra, a pesar de que estaba nublado hacía un poco de calor. "Me importa un bledo el noticiero, total jamás hablan de mi..." pensé diciendolo. Tenía a Corgi recostado a mi lado y a Martín del otro. El diminuto perro tenía su pata y cabeza en mi pierna, y el mastín inglés su cabea en mi regazo. Estábamos en el viejo lugar dónde llevé a Argentina, sólo que estaba sentado recostado en un tronco. Solté un suspiro cerrando los ojos mientras el viento volaba mi cabello. "Echo de menos a onii-san..." Abrí los ojos. "Pero, a pesar de todo, no sé como pudo iniciar la guerra... Que idiota es..." Cerré mis ojos nuevamente. Me quedé dormido en un profundo sueño... Recordando la guerra, fría y con dos banderas... Una británica en la casa de Soledad... Y una Argentina en mi casa... Es increíble lo que la guerra puede ser... Pero vi que mi recuerdo lo ocultaban unas hojas que interrumpian la escena y me llevaba hacia donde estaba, años atrás. "Te prometo que no dejaré que nadie ponga las manos en ti, nadie te lastimará y que siempre estaré contigo"... Me desperté. Esa frase... Estaba en la mente de Argentina... Es por eso que... Dios mío, fui tan idiota. Me levanté rápidamente y fui corriendo. Recuerdo que Argentina se enfrentará otra vez a Inglaterra... Pero... Mi pecho me dolía ¿Era angustia? No quise pensar en eso. Corrí lo más rápido que pude, mezclandome entre calles y corriendo, donde llegué a mi territorio. Sangre, cadáveres, moribundos, todo negro se hallaba la zona. Cuando me pareció ver... Dos sombras en el horizonte. Había una que estaba arrodillada con las manos en el suelo, mirando a la otra que tenía justo un révolver en sus sienes y estaba parado. Mis lágrimas caían y se intensificaron cuando escuché un disparo y la sombra arrodillada pasó a ser sombra caída. La otra se alejó. "¡ARGENTINA!" Grité eufórico y corrí. Dibujé mi olvido en silencio, con el color de un adiós Argentina, ahora todo lo que soñamos... está en el olvido... Y todo tu amor... Se perdió.
COFCOF. Eh, usé los campos de informacion de... -se le perdio- eh, eh, de la dueña. :3 Espero que les guste >A<
© 2010 - 2024 MariaKiroi
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OoOizumiOoO's avatar
asdas. Iggy solo cumple su trabajo de jefe (?).